Hoy existe una serie de nuevas guías de alimentación que, además de recomendar el consumo equilibrado de ciertos alimentos, pone énfasis en la prevención, el ejercicio físico y la salud mental.
Hasta 2013, la pirámide alimenticia recomendaba que en la base de la alimentación estuvieran los carbohidratos (pan, arroz, tallarines, cereales, etc.) y consumir entre tres y 11 porciones de este grupo al día, por lo que las personas tendían a pensar que podían comer grandes cantidades sin hacer, además, diferencia con los carbohidratos integrales.
Asimismo, en la punta de la pirámide encontrábamos los azúcares, intentando explicar que su ingesta debía ser restringida, pero parecían muy relevantes, cuando actualmente sabemos que en realidad no deberíamos ni consumirlos.
“Bajo esta y otras inconsistencias que presentaba el modelo piramidal, hace algunos años Chile adoptó una nueva guía de alimentación, la cual consiste en una gráfica de plato que, además, tiene mensajes educativos sobre la correcta nutrición y la importancia de realizar actividad física”, explica Dana Bortnick, nutricionista de Clínica INDISA.
Un cambio que vino de la mano con el explosivo aumento de dos factores que juntos son dinamita: la obesidad y el sedentarismo.
El modelo del plato como guía nutricional es un círculo que en el centro y como elemento principal, contiene el agua; casi la mitad corresponde a frutas y verduras; y la otra mitad se divide entre legumbres, un poco de aceite, carnes y pescado. Además, presenta una franja con recomendaciones de actividad física y en la parte inferior una con alimentos a evitar, principalmente comida chatarra.
“Una alimentación saludable, no solo hace referencia a los alimentos en sí, también a la forma de preparación de estos, a su origen o procedencia, al entorno en el que se preparan y se comen y, por supuesto, a la salud mental”, señala la especialista de INDISA, quien hace hinchapié en las cinco dimensiones que tiene una nutrición balanceda para adultos y niños, la cual impacta directamente en la calidad de vida
1. Incorporar frutas y verduras en forma diaria, abundante agua y porciones adecuadas de proteínas y aceites.
2. Escoger preparaciones que mantengan la calidad de los productos, sus vitaminas y minerales. Preferir preparaciones al vapor o al horno, preparar las pastas al dente, por ejemplo.
3. Optar por alimentos naturales, por sobre los procesados. Tener una alimentación consciente del medioambiente y el ecosistema, prefiriendo ingredientes orgánicos, por ejemplo.
4. Tener un entorno adecuado para la alimentación, la cual va más allá de la nutrición. Es un acto social, donde uno comparte una experiencia con familia o amigos, o simplemente el corte en la rutina del trabajo con los compañeros.
5. Y, por último, pero definitivamente no menos importante, la salud mental es algo que debemos asociar con una buena nutrición, ya que el estar bien con uno mismo parte desde adentro. Tener una relación sana con la comida.